Carlos Alonso (Tunuyan, 1929)

14 septiembre 2024

Carlos Alonso (Tunuyan, 1929)
Pintor, dibujante y grabador.


Entrevista realizada el 25 de abril de 1998, a las 16 hs, en su casa-estudio de calle Esmeralda y Paraguay, BA.

Era una tarde calurosa, recorrimos su estudio y charlamos un rato de un pequeño Berni que tenía en la pared de entrada. Luego nos sentamos ambos a cada lado de una mesa justo en la ochava de esa esquina, frente a la gran ventana del cuarto piso. Su rostro recibía la luz de frente.

Es todo un tema, el retrato, ¿no? pero vos ves que pintores como Bacon o como Lucien Freud, prácticamente toda su obra son retratos, no hablemos de Velázquez… te digo en el arte moderno ¿no?

Yo creo que el posar también es parte del dibujo. Hay tipos que están a favor de lo que estás haciendo y hay tipos que están reventándote el dibujo ¿no? Yo creo que con los pintores cuando posan, por lo menos en mi caso, sé posar.

Me acuerdo una vez, yo era muy pibe,  estaba en la escuela de bellas artes y un amigo, un escultor, un muchacho Carrieri, se fue a Europa y me dijo “yo, cuando vaya a Europa” (esto era por el año cincuenta ¿eh? que yo estoy hablando) dice “lo voy a ver a Picasso”. Yo le digo “estás en pedo, qué te va a recibir Picasso”. El tipo fue y lo vió a Picasso.

Cuando volvió, me contó y me dice “vos sabes que estube con el viejo y le mostré unas fotos tuyas…” “a sí (le digo) ¿en serio… si, y qué dijo?” dice, “tiene cara de artista y lo sabe…” “a la miércoles” dije yo.

¡Claro! Esto, me contaba esta historia Pepe Carrieri que era un compañero de estudios allá en la Universidad de Mendoza.

Acá había un retratista que yo llegué a conocer, era un catalán, Puig. Era un retratista famoso, retrató a media Buenos Aires. Trabajaba en pastel y en óleo también y tenía un anecdotario de los retratos que era realmente un librito. Había una que era realmente liadísima. Una señora que enviudó y lo fue a ver al maestro Puig para que le hiciera el retrato de su difunto esposo, y le llevó una serie de fotografías y el viejo trabajó en el retrato. Cuando lo tuvo listo, lo preparó en el caballete, le puso un paño rojo encima, la citó a la viuda, descubrió el retrato, y la mujer se puso a llorar desconsoladamente, pero desconsoladamente. El tipo, primero, viste, dijo “qué impacto” ¿no? Viste, la mujer estaba verdaderamente conmocionada por…, pero como seguía llorando, éste entró a indagarla un poco y le dice, “bueno, tranquilícese señora, yo en el fondo estoy orgulloso del efecto que ha producido el retrato…” dice, “pero tranquilícese”, dice “ es que no me puedo tranquilizar” decía la viuda… “no me puedo resignar cómo ha cambiado… ¡cómo está de cambiado!”

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